Por Juan Tomás Valenzuela
La puñalada trapera
que el sucio de Jean Alain
le lanzó a Miriam Germán,
fue una treta carroñera,
que vino de más afuera,
de una planicie más alta,
tal vez cerca de Peralta
o de Gustavo Montalvo,
o del secuáz de aquel calvo
que tiene a la gente jarta.
No es cierto que Jean Alain
tenga el suficiente arraigo
para pasarse de largo
sin temor al que dirán.
Este ofidio charlatán,
protervo por ambición,
hiede más a corrupción
que el tiburón que Medina
tiene listo en su cocina
pa’una nueva reelección.
Ese recurso expedito
de llegar a la calumnia,
es propio de las alcurnias
en que mora este proscrito.
El cabeza de chorlito
que está en Procuraduría,
no tiene la gallardía
ni el arraigo necesario,
de hacerse el originario
de esta ruín bellaquería.
La jueza Miriam Germán
se encuentra muy por encima
de la justicia letrina
que rige este camaján.
¿Quien le va a creer a Jean
que este sucio mamotreto,
es idea de este sujeto,
sin carácter ni principio,
y no de aquel mama…
que lo usa de parapeto?
Si este absurdo cuestionario
funcionara en doble vía,
todo el mundo aquí sabría
quien es este dromedario.
Aquí se hace necesario
que algún tribunal de ética,
ponga freno a la patética
conducta de estos proscritos,
que se abocan al delito
sin la más mínima estética.
Que se lleven a la jueza
si es que lo creen necesario
y que el primer mandatario
siga obrando con torpeza,
que yo apuesto mi cabeza
a que más pronto que tarde,
estos que hoy hacen alardes
de un poderío corrompido,
van a quedar reducidos
cuando llegue el Abayarde.
Juan de los Palotes
4 marzo 2019